Escrito por: Lucía D.
Tipo: Muy recomendable
Sinopsis:
Opinión personal:
Alarmada por su lenguaje
soez empecé a leer este libro. No veía al principio más que
historias aisladas llenas de vulgarismos contadas por un adolescente
algo odioso que solo sabía ver el lado malo de las cosas.
Cuando vi “la historia”
como conjunto, ese fue el momento en el que empecé a disfrutar de
verdad.
Y se preguntará, ¿cuándo
fue eso? Pues una vez que nuestro joven se escapa del colegio la
novela nos regala el arte de la repetición. La repetición de
manías, palabras y momentos- algunos de ellos acaban de pasar tan
solo unas páginas antes- que le dan vida a Holden Caulfield. En el
instante que uno mismo piensa “Vaya, creo que yo también pienso
así algunas veces”, no como algo aislado sino como el pensamiento
conjunto que se tiene cuando empiezas a conocer a alguien nuevo que
comparte gustos parecidos contigo.
Una vez que tienes ante tus
ojos una historia como conjunto y no historietas aisladas, es cuando
puedes valorar la belleza que hay en cada una de ellas. Pues son las
enrevesadas anécdotas que le han ocurrido a un viejo conocido.
Y tal vez tras leer esta
última línea se sienta algo confusa “¿Acaso no era alguien que
acabábamos de conocer?”. Sí, pero es que además de ser un
conocido, el joven Caulfield es un espejo. Un reflejo de los
pensamientos maleducados y políticamente incorrectos que cada uno de
nosotros ocultamos entre nuestras neuronas. Es por esto que creo que
llega a tantas personas. Porque todos se ven a sí mismos en la
adolescencia haciendo trastadas que hicieron y no volverán a hacer o
que intentarán no hacer en el futuro-en mi caso, por ejemplo.
Porque este libro es el
dibujo de la adolescencia que es-en mi opinión-una de las peores etapas que
se vive en los años de una persona. Sus contradicciones, sus
intentos de razonar en vano y su estúpida y pretenciosa creencia de
llevar siempre la razón.
Y al igual que el libro,
desesperante, sorprendente, increíble.